De: Butes (Sextopiso editorial, Madrid, 2011)
La música no re-presenta nada: re-siente.
Es como los nombres cuando los nombres todavía no hacen sino resonar el
afecto. Todo el mundo experimenta esta música de la lengua cuando la lengua no
es todavía un lenguaje y no se ha “apoderado por la fuerza” del alma mucho
tiempo antes de que se le aprenda. Estos sonidos — y no sus significados — van
a hacernos siempre levantar y dirigirnos hacia aquellos que nos llaman.
Nuestros nombres nos reclaman hasta nuestra muerte. Así es como la voz antigua
de un pájaro con senos de mujer llama a Butes. Lo llama mucho más que por su
nombre: lo llama por el pálpito de su corazón. Así es como Butes abandona la
fila de los remeros, renuncia a la sociedad de los que hablan, salta por la
borda, se arroja al mar.
Traducción de Carmen Prado y Miguel Monrey
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