miércoles, 4 de abril de 2007

Crisis del cumpleaños número treinta y tantos

Óptima mañana entre las magnolias chinas, la milenrama, el ginseng y el kudzu. Sobre la mesa, las manos del viejo en cada rama, cada flor lista para ser deshojada. El especialista hace alarde de sus habilidades para el corte, la molienda y la exploración sobre el cuerpo del cliente. Con su orientación de pájaro su mirada hacia los frascos del estante más alto, ahí las hojas secas y las raíces menos frecuentes, luego hacia las canastas donde unas sobre otras las recién cortadas (todavía la savia: los moscos alborotados).
Se abre el abanico:
Para llenar los huecos y restablecer el Qi, las mezclas enviadas especialmente a uno de mis órganos, al hígado por ejemplo (cuando en el resquicio hepático: mal humor).
Para detener el tiempo una rara combinación de centella y orozuz dirigida al centro del aura que esta mañana es opaca.
Para prolongar el placer nocturno: pie de paloma y nomeolvides (importante untar ambos en el pecho antes del acto, huele bien).
Para diluir los largos ratos de soledad: hierba de mercurio, tusilago y fruta de cinco sabores (advertencia: si no le gusta el olor de las frutas cambié de fórmula) los muros se impregnan, los muebles, la alfombra, la ropa.

¿Qué es en verdad lo que necesito?

1 comentario:

ш dijo...

un sol sostenido tan sólo por las cuerdas de una luna parda

y felices los cumplas