A PIE
Las casas están torcidas.
En el callejón hay cuatro faroles.
Vayamos a pie.
El primero y más lejano es el sol,
Que alumbra la curvatura de tus sueños,
Tu cuello y la jubilada ventana desvencijada.
El segundo es una telaraña,
De finos sentidos, boca sin habla
Hambrienta a ambos lados.
Luego está la luna, la luna
Que se mete en tus manos, tímida
Sensación de comprender, orden ni desorden.
Por último -¡mira, una máscara puramente evasiva!
Saltando por encima del ratón y el carbón incandescente
Y el perro y el añico y las piedras.
Y las casas de aquí están torcidas,
Y las casas son parte de la leyenda,
Y las casas conferencian en función del tiempo.
(Traducción: Diego J. Puls)
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