domingo, 7 de febrero de 2010

Amanecer de mayo

El invierno resiste en lo profundo de la primavera. Amargo y diestro en la desesperanza, sobrevive en todo lugar sombrío, hambriento junto al Mediterráneo: molesto de ver al brillante canto rodado del mar vivo con lagartijas verdes como hojas de Judas. El invierno se aferra. Es creyente. Intenta alcanzar a una lagartija por el hombro. Un olivo bajo Grottaglie cobija al invierno en la sombra del medio día, y le habla tan suave como Pitágoras. Resiste, se paciente, escucho decirle, mientras arrulla su cabeza herida, dejando que la luz del sol toque su rostro salvaje.


(versión en español de Gabriela Cantú)

No hay comentarios: