viernes, 27 de enero de 2012

José Maria Eça de Queirós (Póvoa de Varzim 1845 - París 1900)




Fragmento de ensayo

LAS ROSAS (Acantilado, Barcelona, 2010)


Era la rosa, la rosa grecoromana, que en aquel vasto desastre habían encontrado entre los monjes un refugio seguro y apacible. Allí estaba escondida y enclaustrada, con otros restos de la gran civilización destruida: aquellos rollos de pergamino que los monjes absortos releían y copiaban. Así se salvaron las glorias y los dones de la sociedad antigua. La rosa sobrevivió gracias al ciudado de la Iglesia junto con Horacio, que la había cantado.

(Traducción de Javier Coca y Raquel R. Aguilera)

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